HIJA PREDILECTA DE DOMINGO
(esbozo de santa catalina)
Mujer arrebatada del Espíritu entraste como un vendaval en la Iglesia
de aquel siglo catorce tan herido.
Luchaste virilmente entre cismas y guerras
y llena de maternal ternura
derramaste tu vida por la Iglesia,
en una lucha feroz contra los males que la corroían.
Afrontaste con el don de fortaleza
las debilidades del mismo Papa
-dulce Cristo en la tierra le llamabas- por caridad inmensa.
Luchaste con las flaquezas de los cardenales
monjes y clérigos y con valor hiciste
corrección fraterna a las mismas autoridades de tu tiempo.
El Espíritu te colmó de sus dones
e iluminó tu entendimiento
para adentrarte en la Palabra revelada
y en las profundidades del VERBO.
Gustaste las delicias
del Amor de Dios, hasta el punto
de cambiar su corazón por el tuyo
y verte desposada con Él y seducida
por su voluntad y querer
a favor de sus hijos.
Te sentiste hija sumisa por la Sangre y el BAUTISMO
EL AGUA Y LA SANGRE QUE HACEN NACER DE NUEVO.
SEDUCIDA TOTALMENTE POR SU AMOR.
Saboreaste las delicias de su Llaga.
y ebria de amor nos dejaste tus delirios en múltiples escritos.
Analfabeta, Él te enseñó a leer a última hora
y te colmó de altísima sabiduría
y la Iglesia que amabas te declaró doctora.
Viviste apasionada por el amor al Padre y a sus hijos
y mantuviste toda tu vida con Él un DIALOGO continuo.
Ciega de amor a Cristo, te fuiste tras Él
y nos dejaste tu vida al rojo vivo
para que fuéramos como tú
a la fuente donde brota el Amor mismo.
Y ciegos de luz, pudiéramos ver a tu esposo y amigo
ahora en este mundo y en el Otro
para encontrarnos siempre gozosamente unidos.
Fray Pedro Maria Leon OP
Santa Catalina de Siena, Doctora de la Iglesia: Los Diálogo 75.
"También recibe el alma de otra manera este bautismo, hablando de un modo figurado, por especial providencia de mi divina caridad. Yo conocía la debilidad y fragilidad del hombre, que le lleva a
ofenderme. No que se vea forzado por ella ni por ninguna otra cosa a cometer la culpa, si él no quiere, sino que, como frágil, cae en culpa de pecado mortal, por la que pierde la gracia que
recibió en el santo bautismo en virtud de la Sangre. Por esto fue necesario que la divina Caridad proveyese a dejarles un bautismo continuo de la Sangre. Este bautismo se recibe con la contrición
del corazón y con la santa confesión, hecha, cuando tienen posibilidad de ello, a los pies de mis ministros, que tienen la llave de la Sangre. Esta Sangre es la que la absolución del sacerdote
hace deslizar por el semblante del alma.
Si la confesión es imposible, basta la contrición de! corazón. Entonces es la mano de mi clemencia la que os da el fruto de esta preciosa sangre. Mas, pudiendo confesaros, quiero que lo hagáis.
Quien pudiendo no la recibe, se ha privado del precio de la Sangre. Es cierto que en el último momento, si el alma la desea y no la puede haber, también la recibirá; pero no haya nadie tan loco
que con esta esperanza aguarde a la hora de la muerte para arreglar su vida, porque no está seguro de que, por su obstinación, yo en mi divina justicia, no le diga: "Tú no te acordaste de mí en
vida, mientras tuviste tiempo, tampoco yo me acuerdo de ti en la hora de la muerte". Que nadie, pues, se fíe, y si alguien, por su culpa, lo hizo hasta ahora, no dilate hasta última hora el
recibir este bautismo de la esperanza en la Sangre. Puedes ver, pues, cómo este bautismo es continuo, en el que el alma debe ser bautizada hasta el final de su vida.
En este bautismo conoce que mi operación (es decir, el tormento de la cruz) fue finita, pero el fruto del tormento que por mí habéis recibido es infinito en virtud de la naturaleza divina, que es
infinita, unida con la naturaleza humana, finita, que fue la que sufrió en mí. Verbo, vestido de vuestra humanidad. Mas porque una naturaleza está unida y amasada con la otra, la Deidad eterna
trajo de sí e hizo suya la pena que yo sufrí con tanto fuego de amor. Por esto puede llamarse infinita esta operación, no porque lo sea el sufrimiento actual del cuerpo y el sufrimiento que me
proporcionaba el deseo de cumplir vuestra redención (ya que ambas terminaron en la cruz cuando el alma se separó del cuerpo), pero el fruto, que proviene del sufrimiento y del deseo de vuestra
salvación, sí es infinito. Por esto lo recibís infinitamente. Si no hubiese sido infinito, no habría sido restaurado todo el género humano: pasados, presentes y venideros. Ni el hombre cuando
peca podría levantarse después de su pecado, si no fuera infinito este bautismo de la Sangre que se os ha dado, es decir, si no fuera infinito su fruto.
Esto os manifesté en la apertura de mi costado, donde halláis los secretos del corazón, demostrándoos que os amo mucho más de lo que puedo manifestar con un tormento finito. ¿En qué te he
revelado que es infinito? En el bautismo de la Sangre, unido con el fuego de mi caridad, derramada por amor, con el bautismo general, dado a los cristianos y a quienes quieran recibirlo, del
agua, unido con la Sangre y con el fuego, en que el alma se amasa con mi Sangre. Para dároslo a entender, quise que del costado saliese sangre y agua. Con esto he querido responder a lo que tú me
preguntabas."
Mis ministros, ungidos y elegidos,..
El sol calienta y alumbra y con su calor hace germinar la tierra.
Así estos mis ministros, elegidos y ungidos y puestos en el Cuerpo místico de la santa Iglesia para administrarme a mí, que soy Sol, es decir, el cuerpo, la sangre de mi Hijo, con los demás sacramentos que tienen vida por esta sangre, los administran exteriormente y espiritualmente.
Luz de ciencia sobrenatural con solo de honesta y santa vida por el seguimiento de la doctrina de mi Verdad y dando el calor de la ardentísima caridad. Con su vida santa y ordenada arrojan las tinieblas de los pecados, de la infidelidad y ordenan la vida de los que desordenadamente viven en las tinieblas del pecado y en la frialdad por la privación de la caridad. Tú ves, pues, como son soles porque han tomado condición de sol de mí, Sol verdadero, al hacerse una cosa conmigo por afecto de amor. Y yo con ellos.
Son como piedras preciosas y están en mi presencia, porque yo he aceptado sus trabajos y dieron perfume de virtud. Yo los amo singularmente, no solo por la dignidad que les di, ya que son mis ungidos y mis ministros sino también por el tesoro que he puesto en sus manos, reconocieron haberlo recibido de mi y lo ejercitaron con solicitud y humildad profunda.
Tú no me has dado vuelta la cara,
ni has despreciado mis sentimientos.
Tú que eres la Luz, has aceptado mi oscuridad.
Tú, el gran médico, has sanado mis enfermedades.
Tú que eres la Vida, no me has dejado morir.
Tú que eres la Sabiduría, no te has ido a causa de mi necedad.
Tú, al contrario, me has rodeado
de Tu bondad y de Tu Amable Misericordia
y me has nutrido
con el amor por Ti y por el Prójimo.
Gracias Padre Eterno, gracias.
Amen.-
Tú, Trinidad eterna, eres un mar profundo, donde cuanto más me sumerjo, más encuentro, y cuanto más encuentro más te busco.
Eres insaciable, pues llenándose el alma en tu abismo, no se sacia, porque siempre queda hambre de ti, Trinidad eterna, deseando verte con luz en tu luz
"Muero de pasión por la Iglesia"
Teniendo a Dios como amigo,
vivirás en la luz de la fe,
con esperanza y fortaleza,
con verdadera paciencia y perseverancia,
todos los días de tu vida
Nunca estarás solo,
y nunca temerás a nadie ni a nada,
porque encontrarás tu seguridad en Dios.